domingo, 26 de julio de 2015

(Des)enredar

Se sienta en la cama, respira profundo. Se saca el suéter, y en el silencio de su habitación, escucha el tic-tac de su reloj de muñeca. En el ambiente hay olor a coco y vainilla, todo está absolutamente ordenado, como hacía meses no estaba. Con el caos, se fue también la mugre y algunas otras cosas, voluntades probablemente. Sabe, porque lo ha hablado varias veces en terapia, que la habitación es un reflejo de lo que le pasa en la cabeza; y que para ordenarse, por más complicado que parezca, basta con adoptar algunos hábitos que vuelvan las cosas más sencillas; como anoche cuando volvió cansada y luego de ponerse el pijama, guardó una a una las prendas que había usado junto con los zapatos.

Los últimos días se le hicieron muy pesados. Como si acaso tuviese una brújula para aparecer en el medio de la tormenta, el lunes su casilla de mail amaneció con un mensaje de un viejo conocido. El asunto, una canción de Metronomy. El contenido, lo suficientemente preciso para hacerla llorar. El resto de la semana, The Upsetter sonando aunque sea una vez en su viaje de vuelta en el subte. Extrañando, el impulso de deshacer toda la fuerza que tuvo en Marzo, cuando estaba acá, cuando el abrazo y el beso eran reales, cuando el "no" se hacía carne y no había escritos de por medio. Ese fue el primer indicio, hay algo enfermizo respecto de ellos. Borró el mail. Cuántas veces Franco se adjudicó la calma de su tristeza? Borró cualquier medio de contacto que lo involucrara, esperando que fuese suficiente para terminar algo a lo que le sobraron cinco años.
Pero es domingo. Como toda la semana, The Upsetter sigue sonando. Vibra el celular y sonríe, alguien está haciendo bien las cosas. Mientras sube el volumen de la música, cruza los dedos para que la paz mental sea tan sencilla como la de su habitación. Cruza los dedos para que esta vez todo salga bien. Inspira profundo, vielve a llenarse de coco y vainilla.
Agarra el celular que vibró otras tres veces y le sonríe a una pantalla por alguien que se acuerda de ella un sábado a la noche, pero también un domingo a la tarde. Cambia la música por algo más feliz y se promete que ya no.




Que por tantos meses todos fueron borradores.
B.

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