miércoles, 13 de noviembre de 2013

Entonces toma un sorbo de café, apoya la taza en  la mesa y dice que recuerda ese día que sentados en algún cordón de la Capital, mientras se moría de frío, yo le hablaba en serio de mí. Que le sonreí y la miré, como si la conociera hacía muchos años, y que ella me devolvió la sonrisa porque disfruta mucho cuando le cuento lo que me pasa o pienso. Como si no importara, agrega, hablabas como si acaso fuera un comentario más hecho al pasar; pero no lo era. Eras vos. Como si de pronto pudiésemos agarrar un auto e irnos lejos, desaparecer en algún lago de la Patagonia donde hablemos de nosotros mismos hasta hartarnos; quizás sin valijas, sin dinero, sin cámara ni música. Con tu voz, que la verdad ya no importa si cantás mal, si te cuesta afinar o no llegás al tono. Con el recuerdo de lo que hablamos esa noche sentados en el cordón de la vereda, cuando tuve ganas de abrazarte y decir que eso, sólo eso, era suficiente. Había algo sumamente lindo y a la vez extraño de sentarme a escucharte hablar de vos, a entenderte, a que fuésemos así en ese momento y nada más, dice mirando fijo el atado de cigarrillos que no puede fumar; aunque volviéramos o fuéramos, aunque después seamos otra vez nosotros contra el mundo: riéndonos, burlándonos, quejándonos. Entonces encendiste un cigarrillo, recuerda, y vino el colectivo que destrozó el sentimiento y la conversación para devolvernos de un golpe a lo que éramos, sin esa frescura, sin esa sinceridad que tenemos con aquellos que queremos y nos importan. Entonces, aunque me muriese de ganas, no podía decir que me importabas.  El terror de que te tomaras un colectivo y yo me quedara esperando alguno que te persiguiera, para explicarte que no siempre todo es tan intenso. Constantemente ese miedo de mierda de que en algún momento salieras corriendo.

Escribí esto anoche porque no me podía dormir. Iba a leerles. Iba a leer otra cosa, 
pero no me siento muy bien y la voz no me acompaña.
Quizás la próxima pueda hacerlo.
¿Dije alguna vez que disfruto de leerles a las personas que quiero?
No sé, es como un acto de amor, como cuando mamá me leía cuando era chiquita.
No sé qué es esto de arriba.
Gracias a la persona que comentó Emma en Francia, que es re lindo lo que dijo,
y a veces siento que esas cosas son demasiado.
No, no lo siento, son demasiado.
Es dulce que alguien te diga que leyó lo que escribiste y le gustó, ¿no?
Escuchen esto.
Y aprovechen para decirle algo a alguien, cualquier cosa.

Quiero volver a escribir bien y a mano.
Bruna.




1 comentario:

  1. Wow, me dedicaste unas palabras, genial, gracias :).
    PD: Muy linda la canción.

    ResponderEliminar