martes, 10 de septiembre de 2013

Cosas (que pasan).

Qué difícil es a veces hablar de lo que nos pasa. "Me confundí. Me están pasando cosas con vos". Es tan ambiguo que podés estar diciendo muchas cosas o no estar diciendo nada, aunque ella quiera convencerse de que eso es realmente lo más sincero que puede decir. Y no está segura de decirlo, porque todo tiene un significado diferente para cada persona. Quizás por eso le cueste tanto hablar de lo que siente en general, no sólo con él sino con cualquier persona. 
Quizás porque le gustan las cosas sencillas y porque se siente más cómoda cuando todo está claro, quizás recordando a su amigo Juan sentado en el bar el día que hablando de su mal de amores dijo: "Ojalá las cosas fuesen más claras. Vos por favor no seas así."; es que eligió esa frase de mierda para explicarle que no tenía muy claro lo que sentía. Sí, eso suena a contradicción. Pero el "me están pasando cosas" englobaba lo que le viene pasando hace un tiempo, que detallado quizás hasta sea más sencillo que la oración que usó. 
Es curioso como el tiempo cambia las cosas. No se había dado cuenta que hablarle se le había vuelto costumbre hasta que una noche la conversación no llegó. Atribuirle ciertas facultades al aburrimiento fue la salida más rápida y menos pensante; porque aunque reflexiona mucho qué sencillo es a veces hacerse la pelotuda. Pero otra noche, quizás no la siguiente, quizás otra semana u otro mes, tampoco hablaron y se descubrió mirando el circulito verde más de lo que le hubiera gustado admitir. Como si de pronto tuviese la necesidad de decir cualquier cosa, no importaba bien qué, pero decir algo. Esa noche, cree, ninguno de los dos dijo nada; y no está mal que así sea. Porque los espacios, la distancia, la calma y todas esas cosas que hacen bien en cualquier tipo de relación. Al día siguiente vuelven a hablar y se olvida que la noche anterior eso le hizo falta, y que "extrañar" no es la palabra porque extrañar es otra cosa que le pasa de vez en cuando pero no así. 
No sabe qué tan sencillo parece lo que le pasa, pero en su cabeza jura que lo es. No es lo que se dicen, tampoco es la frecuencia con la que hablan, quizás sea un poco las cosas que comparten, la frescura, el continuo tono risueño de la cosas, lo poco o lo mucho que saben el uno del otro y que es sólo lo que se contaron, porque antes se desconocían. Quizás la frase era: "Me está gustando mucho charlar con vos". Y un poco el miedo que eso le genera. Quizás hablar fuese, simplemente, hacer algo con lo que le pasa que, guardado ahí, le molestaba un poco. Porque está convencida de que no iba a cambiar mucho lo que él tuviera para decir de eso; quizás ni siquiera esperase una respuesta, mucho menos que cambien las cosas. No necesita saber por qué "el pibe de las entradas" pasó a tener nombre y cosas en común, por qué se divierte cuando pasan tiempo juntos, por qué le gusta prestarle esas horas de su tiempo casi todos los días para hablar de nada en especial. Porque todo eso fue pasando sin razones, porque a veces está buenísimo que las cosas fluyan y porque buscarle una explicación a todo vuelve la vida predecible y racional, cuando a veces es inesperadamente impulsiva. Como la vez que fueron al río a sacar fotos a la madrugada; esas cosas que nos divierten, que nos cambian la rutina. Porque, dicen, nos genera risa—y miedo— sólo aquello que no esperamos que pase.

Buenas calurosas noches.
Por favor que vuelva el frío, los gorros, los abrazos, el placer de un café bien caliente.
No me queda mucho más para decir, creo.
Esta es para la musa inspiradora, 
en femenino
 con vestido y peluca.
Aunque digamos musa y sólo podemos pensar en una grande de Muzzarella.
Me siento extrañamente bien.
Y tengo muchas ganas de tomar un Gancia.
Con un poco de suerte lo consiga.
Quieran y sonrían, mucho.

B.

No hay comentarios:

Publicar un comentario