domingo, 11 de agosto de 2013

Foals, Palermo, Bon Iver y algunas incertidumbres.

Sonaba Foals de fondo. Holy Fire. CD que yo había llevado porque tenía ganas de escuchar, uno de los últimos que compré originales. Puse Stepson. No necesito ni pedirle permiso ni preguntarle cómo hacerlo. Y me hundí en el asiento; tranquila, ausente. Es domingo y no quiero pensar en nada, sin embargo me pierdo. Y estoy, estoy en el auto mirando fijamente cómo su mano derecha oscila entre el volante y la palanca de cambios, pero también estoy en otro lado, en ninguno o en todos, no importa tanto dónde sino por qué. Franco me siento mal. Franco por qué odio tanto los grises, el no saber, la incertidumbre. Franco, no te rías boludo, te hablo en serio. Y se ríe. Me mira todo lo fijo que la calle le permite y se ríe fuerte. Me pregunta si quiero llorar y como sólo niego con la cabeza se apura a decir que entonces no me siento tan mal. Más allá de que de pronto me enfrento a varios dilemas que me inquietan un poco, me duele la cabeza, pero me duele literal. Frená en un kiosco que necesito un ibuprofeno. Y se baja y me compra él el agua y el ibuprofeno, porque siempre tiene esos gestos de amor que no demuestra más que con gestos, porque le cuesta una vida decirle en serio a alguien que lo quiere. Y mientras lucho para tragar la pastilla me pregunta por qué me cuesta tanto empezar a querer a alguien. Cómo si yo supiera. Aunque lo que me incomode acá sea otra cosa y no el querer en sí, aunque lo que me moleste entre otras cosas sea el cambio de humor continuo; y no querer, porque ya está, te quiero y punto y obviamente no hablo de vos Franco. Te quiero y punto, repite para burlarse. 
Vuelvo a quedarme en silencio. Sonaba Inhaler, quizás My number, no estoy segura. Pero quise volver a adelantar hasta Stepson. No seas suicida, me dice y pone Everytime porque siempre se puede ser más oportuno. Quiero fumar, por Dios que quiero fumar. El último cigarrillo lo fumé hará un mes, una madrugada fría en el río. Y quiero fumar, Franco, tenés puchos. Y no tiene, dice. Sí tiene, tiene pero no quiere que fume. Qué irónico todo. Él que fuma como una chimenea y yo que quiero uno solo. 
Vamos a Palermo, cámara en la cartera. Y para qué mierda traje la cámara si con el rollo de iso 200 no voy a poder hacer nada porque ya es tarde y con el teleobjetivo menos y el normal... bueno, el normal lo di en adopción. Yo que quería doble exponer. No tengo flash. Qué me está pasando con las fotos analógicas, con el ruido, con la imperfección. Algo me pasa. Algo me pasa con un otro, también. Por qué no me banco los grises, por qué tiene que ser todo blanco o negro, por qué no soporto la gente que no se hace cargo de lo que elige. Y yo, que elegí, porque no puedo decir qué elegí, porqué no puedo decir que elijo y quiero eso y te quiero y quereme un poco y no tiene que ser nada especial ni mucho menos así estoy bien pero quiero decirte que elijo y que quizás te elegí y que me da un montón de miedo decirte las cosas. Todo eso, que saldría de mi boca tan ajustado y torpe como podés leerlo. Por qué siempre hay que buscar una excusa y entonces pienso en Chapa diciendo que ojalá las cosas fueran simples o claras (en ese momento no recuerdo exactamente cuál fue la expresión que usó cuando lo dijo). 
Entonces Franco vuelve a hablar. Tira del hilito pequeñito de cordura que me queda y dice: "Si seguís pensando tanto vas a terminar mal. Creo que el problema es que sobre pensás demasiado las cosas.". Bingo. Eso lo sabíamos todos, ¿no? Hacer algo con lo que a uno le pasa. Pequeño, no importa, hacer algo. Entonces me dice que me calme un poco, que las cosas me van a salir bien. Y me largo a llorar. Desconsoladamente. Porque la facultad, porque no quiero terminar el colegio, porque tengo miedo de no poder trabajar de lo que amo, porque el laburo, porque crecer, porque los horarios, porque no estoy leyendo nada, porque escribo re poco y todo es una mierda, porque quiero, porque también quiero poder decir que (te/lo) quiero. Y mientras lloro cambio el CD de Foals por el de Bon Iver que es suyo y Skinny Love y me río y se ríe y perdoname es que estoy sensible y qué feas son las crisis. Estás enorme, boluda. Eso me dice. Y el boluda es propio de su edad y de la relación que tenemos, pero el "estás enorme" suena a abuelo orgulloso y entonces le digo: "Y vos muy viejo.".

El sábado me pasó de estar en el colectivo y sentir un perfume 
que me transportó directamente a un recuerdo. Es tan loco eso.
Claramente en Palermo no saqué ninguna foto.
Cada tanto soy tan yo acá escribiendo.
Por cierto, qué lindo está Palermo.
Por cierto, no quiero crecer.
Bah, sí.
Por cierto, quiero un abrazo. Uno solo.
Por cierto, no sé si voy a dejar de escribir.
Y les dejo Stepson y Skinny Love por si alguno le pinta la curiosidad.
Hasta pronto,
Bruna que hoy es más Ana que Bruna.

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