miércoles, 3 de octubre de 2012

Holu.

Las manos se rozan en un intento inútil por evitarse. Se encuentran desprevenidas, desconociendo lo que la otra produce en sus propias terminaciones nerviosas. No lo saben sino hasta que los dedos se entrelazan, intentando alejarse. El calor ajeno, el cariño ajeno, el valor de un gesto que no les pertenece. El corazón nervioso y la sonrisa en la cara. Querer profundizar y saber que no se puede. Las manos quieren quererse todo lo que ellos no pueden soportar. Porque a quién no le gusta una caricia y porque al final tocarte me gusta tanto. Porque todo se vuelve simple y hermoso; y en el contacto, ese efímero, no hay miedos ni sentimientos que se entremezclen con lo que pasa en el interior de sus cabezas, con la tormenta en la que el amor los sitúa.

Debería dedicarme a escribir un libro con todos estos retazos sueltos 
de amor en estado puro que no  me pertenecen.
Y a la vez sí.

1 comentario:

  1. Un comentario que intenta ser una caricia, y un empujoncito... Bien en no dejar de escribir. Supongo que habrá encontrado su motivo, el motor que la acciona. Ah, me divierte ese papel picado que es "Retazos"... Y que por momentos sea dulcemente cursi...
    S.H.

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