sábado, 1 de septiembre de 2012

Querernos con miedo.

"Me dijo que separados vamos a estar mejor y que yo ahora ando con un montón de cosas en la cabeza; que quizás en otro momento; que tal vez cada tanto... ¿Y sabés que es lo peor? Que yo había empezado a sentirme cómodo. Le llevaba chocolates, le escribía cuando la extrañaba... En fin, empezada a ser más yo. Y pum, chau, adiós, ya no somos nada" Quizás vomitaba todo conmigo porque no había podido (y es probable que haya sido por orgullo) escupirle todo en la cara a ella. Pobre, lo había lastimado de verdad. Tenía ojeras y hablaba rápido mientras hacía ademanes con las manos, signo claro de que todo eso lo ponía nervioso. "Sabés que conmigo podés ser vos. Y ahora me vas a decir qué carajo te pasa, todo, porque si te lo guardás vas a explotar en algún momento y sabés que yo no te banco cuando llegás a esos extremos. Hablá ahora o, después, vas a tener que pagarle a un terapeuta." Me respondió que todavía tiene a su mejor amigo; mejor amigo que ahora le atraen los hombres, que está en pareja con uno, y que tiene que lidiar con sus complejas psiquis que, queramos o no, es diferente a la de las mujeres. Fair point well made, as usual. Entonces, se vio obligado a abrir la boca pero esta vez no para comer los nachos sino para hablar de todo lo que le estaba pasando adentro y de esta chica que le había agujereado el corazón con un alfiler muchas, muchas, muchas, muchas veces. Tanto que, al pobre, ya le costaba mucho seguir latiendo. Y cuando estaba terminando dijo: "Porque me dijo que necesitaba un tiempo. ¿Y te creés que soy pelotudo? Yo sé perfectamente que un tiempo significa 'dame un fin de semana o dos que me cojo alguna otra pija y después volvemos'. No le voy a dar el gusto de irse de acá sin cargos de conciencia." Franco, Franco, Franco; cuándo va a aprender tu insensata mente que la venganza en estas situaciones no sirve de nada. "Además todavía no te di tu regalo y yo te había dicho que...". Odio cuando se pone pelotudo. Odio cuando se esconde atrás de los chistes baratos para no demostrar que es una persona y que siente.
"Ahora te voy a abrazar y nos vamos a quedar quietos. Vos vas a llorar, si querés, y si no vas a largar toda la mierda que tenés adentro. Como te salga, no importa."
Y lo abracé. Al principio se quedó muy quieto, después me rodeó con sus brazos y una vez que su cara estuvo fuera del alcance de mi vista se permitió llorar. Creo que no lo escuchaba llorar por una mina desde que... Nada, no viene al caso tampoco. "Creo que es la segunda vez que te escucho llorar en un mes, te estás trastornando". "No me ayudás, pelotuda". "Perdón". Y no volví a hablar por el resto del abrazo que pareció durar un montón. Estuve a punto de llorar yo también, es un buen momento y a la vez no. Pero es probable que me esté guardando las lágrimas para cuando vea a mi papá, que acaba de perder al suyo; cuando lo abrace fuerte y le intente transmitir que, a pesar de todas las falencias de nuestra relación, yo estoy ahí para él como él para mí y que de vez en cuando está bueno demostrarnos que sentimos y lo que sentimos. Exactamente como hizo Franco conmigo, mostrar que al fin y al cabo tiene un corazón y que hace uso y abuso de éste.
Creo que, por ahora, nada más. La próxima vez prometo que serán esos drabbles famosos que prometí.
Si tienen corazón, amen. Pierdan el miedo a ser lastimados, a veces esas heridas valen la pena. Y si no la valen, sí la vale la experiencia. Se los dice alguien que ama y que no dice. Se los recomienda alguien que ama y que está buscando la forma de demostrárselo a quien se lo tiene que demostrar, que es probable que no tenga ni idea. A pesar de que esos "está buscando la forma" sean posibles conversaciones o gestos que, en su mayoría, nunca se terminan de concretar. Se los dice alguien que, ahora que relee, "amar" es un poco exagerado. Pero siente; siento. Y tengo que empezar a poner en palabras estas cosas que me pasan para no explotar de pronto, como le dije a Franco que le va a pasar.
Feliz sábado.

1 comentario:

  1. Tu relato me resulta cancerígenamente familiar.

    «Y si no la valen, sí la vale la experiencia»




    Cierto

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