domingo, 9 de septiembre de 2012

Conversaciones.

Anoche, yo desvelada y mi mejor amiga oscilando en la inconciencia de esos momentos en los que uno tiene mucho sueño pero no se duerme, tuve, con ella, una charla seria. De todos modos terminamos en cualquiera cuando yo destaqué que estábamos teniendo una conversación seria sobre mis sentimientos (¡oh, cosa rara!).
Llegó un punto, quizás el más importante de la conversación y donde ella todavía podía responder cosas coherentes, en el hablamos de la amistad y del amor. El debate se basaba en que, para ella, llegado el punto de que a alguien que te gusta/amás no le pasara nada con vos, es preferible ser amigos (y que esto sea una excusa para tenerlo/a cerca) a no ser absolutamente nada. Entonces, el dilema.
Si somos amigos estamos al borde de la cornisa: podemos, sin querer, enterarnos de cosas que podrían llegar a hacernos sufrir; pero, por otro lado, pasamos más tiempo con esta persona, la conocemos, le enseñamos a querernos mientras nosotros nos encariñamos cada vez más... Y ahí llega el gran problema. Si ya nos gustaba antes, conocerlo/a más, ¿no va a hacer que ese sentimiento crezca? Y, queridos lectores, creo que esto depende de cada individuo. Porque siempre pasa que las personas terminan sorprendiéndonos, para bien o para mal. Si lo hacen para mal, es probable que nos hagan un favor y nuestro enamoramiento (o como prefieran llamarlo), termine desapareciendo de a poquito. Pero si nos sorprenden para bien (y durante este tiempo de amistad corroboramos que al susodicho no le pasa nada con nosotros) es probable que nuestro frágil corazoncito (¡súperenlo, no tiene esta forma: ♥!) termine quebrándose mucho más que si hubíésemos terminado cualquier tipo de relación a tiempo.
Entonces estaba yo, que decía que quizás es preferible no tener ningún tipo de relación. Yo, siempre tan racional y poco arriesgada. En esta vereda, las cosas son absolutamente seguras. Uno no corre riesgo de nada. Sabe que nada va a pasar, sabe que no le van a romper el corazón porque uno se resigna al imposible, sabe que tampoco va a intensificarse el sentimiento y, sabe, sobre todo, que es probable que el destinatario de éste no sea la fiel personificación del ideal que hay en su cabeza. No hay por qué sufrir y eso es suficiente, punto.
Aunque parezco ser partidaria de mí vereda, no lo soy (creo que cambié de idea ayer mientras charlaba con mi amiga). Las cosas seguras no valen nada, y hay que arriesgar. Porque si nos quedamos en nuestra comfort zone, nunca vamos a obtener ni un sí ni un no. Es un "ni" y con un "ni" no hacemos nada más que matar los sueños. Acribillarlos. Pegarles un tiro en la sien mientras esbozamos una sonrisa macabra en sus caras.
Ojo, la amistad a veces es una mierda. Es una mierda ser amigo de alguien que te gusta mucho, es una mierda ser amigo de alguien a quien amaste, es una mierda ser amigo de alguien a quien sabés que le pasa algo con vos. ¿Por qué? Porque todos, directa o indirectamente, tienen cierto masoquismo. Y si somos personas medianamente "normales", con un poco de compasión, notaremos que es una situación de mierda para estar nosotros o para que otro esté. 

No sé, creo que tampoco estoy siendo muy clara. Lo cierto es que tengo ganas de contarle lo que me pasa. Porque a pesar de querer que pase algo, lo que mata es el sentimiento que carcome. Ya veremos. 
Maru dice que Octubre es el mes de la revelación y espero que haya algo para revelar, al menos en Octubre. Mientras tanto yo espero tachando los días en el calendario e intentando dilucidar la mejor forma de poner sobre la mesa lo que me pasa. Ella me manda buenas vibras.

¿Ustedes, en qué vereda prefieren estar? 

(Hola, sigo diciendo que hay que arriesgar y sigo sin arriesgar nada)

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