jueves, 5 de julio de 2012

Lunares

Le gusta delinear en la desnudez de mi espalda su nombre. Le gusta creer que lo tatúa, que lo quema, que me marca. Apoya sus dedos en cada uno de mis lunares y los acaricia con una paciencia parsimoniosa, uniendo, a veces, como el juego ese que hacíamos de chicos, los puntos de mi cuerpo. Le gusta verme desnudo. Disfruta de ese gesto que a veces cuesta tanto, porque me siente frágil, sincero; me siente. Le encanta desvestirme, la satisfacción cruza su rostro cuando el deseo quema la piel y me exaspera su lentitud. Lo sabe y lo disfruta. Pero no es hasta después de hacer el amor que me acaricia los lunares, que escribe su nombre en mi cuerpo, que enreda sus piernas a las mías y me atrae hacia sí, casi como una rutina que, aunque conocida, siempre me sorprende. Sus ojos también acarician mi espalda. Quizás es el momento de amor más puro que puede regalarme; desnuda, con el pelo tapándole la cara, los ojos contentos, las manos calientes, mis besos latiendo en su cuerpo cansado, los pies juntos para evitar el frío. Quizás es el único momento en el que me ama realmente, no lo sé. Luego sus ojos se llenan de dudas que no sé responder. Después no me toca, gracias si me besa. Después es otra persona, de semblante impenetrable y ojos insensibles. La desconozco. Y aunque la toque, ya no la amo; ni ella a mí. Y me hundo en esa compleja confusión que es entenderla, porque me encanta.

2 comentarios:

  1. Increíble, quieres unos hijitos? Porque te los re doy. Eres cinjjnvfdnjhgfb en serio.<3

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  2. "Intentar entender es la muerte"
    Qué buena manera de rematar esa frase, gracias por tan buen escrito.

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