jueves, 26 de julio de 2012

Cambio y fuera.

    "Bueno, tengamos en cuenta que tu papá nunca fue un gran padre, al menos para vos o con vos". Dijo eso. Dijo solamente eso y yo me largué a llorar. Porque a veces las cosas me sobrepasan y esa resignación, más pretendida que real, se deshace y me lleno de deseos de que las cosas, o en particular esta "cosa" que es la relación que tengo con mi papá, fueran diferentes. 
    Se sintió culpable por lo que había dicho y quiso volver sobre sus palabras pero ambos sabíamos que era verdad, y se lo dije. "Es raro escuchar esa clase de pensamientos afuera de mi cabeza. Al final, creí que era la única que lo pensaba". Y adiviné la sonrisa en sus labios mientras la frase abandonaba mi boca. "¿Querés que nos encontremos así charlamos bien? Siento que querés hablar y es raro. No vos hablando sino vos hablando de esto.", ofreció. Y me negué. A veces por teléfono llego a ser mucho más expresiva, a veces. "No sé qué hacer". "Dejar de esperar, Ana. Siempre estás esperando que él cambie. Sin decirle nada. Ni siquiera le explicás lo que te pasa. Y te entiendo, hay cosas de las que debería darse cuenta solo, como nos damos cuenta todos los demás. Pero no lo podés culpar por eso, justo por eso no. Si no empezás a hablar con él... no...". "I got it". "Sí, pero seguís sufriendo. Siempre sabés la respuesta y sin embargo acá estás, llorando. Dejate ayudar". "Creo que fue con el propósito con el que te llamé, aun cuando sabés que me cuesta admitir que necesito tu ayuda.". "Orgullo". "No, orgullo un carajo. Vos después me jodés por meses cuando te pido que me ayudes". "Me gusta ayudarte, eso comprueba la teoría de que yo siempre fui el más maduro." Me reí para no responderle y además porque sabía que estaba jodiendo. Hubo un silencio largo en el que yo me perdí cantando la canción de Kings of Leon que sonaba del otro lado del teléfono mientras él se distraía con no sé qué. "¿Vas a dejar de esperar que cambie?" "¿Vos vas a dejar de soñar algún día?". "No te hagas la viva". "Es probable que no, Franco, qué se yo. Es todo tan complejo". "Tu vieja es compleja". "Mi mamá es lo más grande que hay y la amo". "Perdón, no me claves las uñas. Hablando de familias, papá me está llamando. Y-oh-casualidad está tu papá en la oficina. ¿Algún mensaje que quieras que le deje?" "No. No le digas nada". "No le voy a decir nada, ¿quién te pensás que soy? Además si tuviese que reaccionar a tu sufrimiento y a su ceguera ya tendría que haberle pegado hace tiempo". Le agradecí las soluciones y la franqueza, al final Gustavo le eligió bien el nombre. Cuando corté, habíamos estado hablando como media hora. Creo que esta es la parte que más nítida tengo de la conversación y quizás la más útil. Aunque ya había llegado a este puerto en terapia. Todavía no logro descifrar por qué sigo esperando de él, de papá. Porque en general no espero nada de las personas, o sí. Pero no cambiarlas, digo. Mi papá necesita un cambio. Necesita abrir los ojos y darse cuenta que está permitiendo que su familia se derrumbe a pedazos y groseramente. Necesita darse cuenta que ser buen padre también es preguntar, de vez en cuándo, qué te pasa y cómo te sentís; pedir perdón por lo que hizo o por lo que dejó que pasara. Pero ya sé, los hijos no vienen con manuales. Sé también que debería enseñarle un poco a ser papá, mi papá. Porque ser mi papá no es lo mismo que ser papá de Cata o de Lisandro; simplemente porque somos individuos distintos. 
    Últimamente siento que todo es una maraña de cosas que sola no puedo desatar. Al final siempre puedo, desatar o enmendar ese nudo imposible, porque es algo que me ha pasado algunas veces. Tenía esta cosa adentro que me agarra siempre que siento que la relación con mi papá llega al clímax de la destrucción, donde ya casi no hay vínculo. O sí, pero de ese vínculo distante que roza lo extraño. Llamé a Franco porque necesitaba hablar con alguien. Y acá estoy, escribiendo esto con un café de por medio e intentando encontrar algunas conclusiones en mis propias palabras. Y sigo prometiéndome que algún día le voy a hacer saber todo. Porque me lo debo a mí y a mi psiquis. 
    Disculpen si los aburrí con lo que siento. Pero necesitaba poner sobre la mesa algunas cosas para analizarlas con detenimiento y esta es mi "mesa", llena de borradores escritos con pluma, manchados de tinta y café. 
    Los quiero, a ustedes y a los borradores.

1 comentario:

  1. Se me borró el comentario 'cause I'm an idiot.
    Voy a intentar volver a escribir lo mismo que antes. Here we go...
    ...Lo quiero a Franchu. Sí, no lo conozco, no hablamos más (si es que se le puede llamar 'hablar'a que vos me digas cosas que él decía de mi) pero lo quiero.
    Lo quiero porque te dice las cosas que yo no te puedo decir personalmente a causa de la distancia. Porque te dice las cosas que queres y las que, a veces, no queres escuchar... Y está bueno. No porque no sepas las cosas, sino que de vez en cuando está bueno ese golpecito que alguien te da... para corroborar las cosas.
    Creo que me fui por las ramas. Se que este tema te pone mal, que te gustaría que las cosas sean diferentes, que a veces necesitas desahogarte. Hablame. Hablame de estas cosas. Te hace bien. No sé si viví lo mismo que vos o no, pero soy buena escuchando. No voy a poner acá lo que pienso ni a llenar un comentario con un consejo... prefiero hablarlo. Cuando te sientas cómoda, cuando vos quieras. No aburrís con esto, no digas eso.
    Te quiero un montón y sabes que estoy. A 500km, pero estoy.

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