miércoles, 25 de julio de 2012

Estas cosas no tienen título la mayoría de las veces.

    Se muere. Los ojos abiertos y un último suspiro que sale de sus labios. Veintiún gramos menos pesa ahora que el alma ha abandonado el cuerpo. Todavía tibio nos recuerda lo que fue en sus momentos de gloria. Pero la culpa, eso que nunca te permitiste sentir, llena tu mente y la mía. Lo dejamos morir, ambos lo sabemos. Lo vimos agonizar y con cierto placer disfrutamos de cómo se desmoronaba delante de nosotros. Ahora no me mires así, con los ojos llorosos, como si fuese el único responsable de lo que le pasó. Pero, ¿sabés? Aún me pregunto por qué dejamos que pasara todo esto. Quizás deberíamos haberlo matado antes (pum, le volábamos la cabeza), hubiese sido menos doloroso y más barato. Porque la agonía empezó años atrás. Quizás cuando te acostaste con el otro, ese. O tal vez cuando te dije que nunca ibas a lograr ser como ella. Da igual. Ahora buscar culpables es inútil. Quería aclararte que a pesar de todo estoy sufriendo. Y que te quería, que te quise mucho, mierda que te quise. Y así me lo pagaste. Pero bueno, sacá esa cara. Puta, sacá esa cara. Que poco te importó el fiambre cuando te cogías al otro.
    Perdón. Es que me enerva que te hagas la víctima, disculpame. No tengo derecho a hablarte así. ¿Qué vamos a hacer con el anillo? Creo que lo mejor es venderlo. Bah, bueno, vos hacé lo que quieras. 
Hay que pensar algo para decirle a los demás. No, ¿sabés que no? No voy a decirles nada. Porque acá siempre fuiste vos la que se preocupó por mantener las apariencias. A mí me importan un carajo las apariencias. Así que fijate qué les vas a decir si no querés quedar como la puta que sos. Perdón. No, no te vayas. Quiero decirte un par de cosas todavía. ¿Deberíamos despedirnos, no? Digo, tantos años y ahora... No, si no querés no, ¿pero ni un besito, nada? Mejor no. Me das asco. Tus labios finitos nunca me dieron muchas ganas de besarlos. 
    Andate. Andate y no vuelvas. Yo me voy a quedar llorando un rato y después le voy a prender una vela. Al final, te voy a extrañar. 




Me dio cierta gracia la bipolaridad del señor. 
Adivinen, ¿quién es el cadáver?


Ay, esta es la entrada número 100. 
Gracias a todos los que a diario leen mi mierda.

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