jueves, 28 de junio de 2012

Suerte

Primer café de los cincuenta y uno que disfrutaré en lo que va a ser una larga noche. La puta y esa costumbre odiosa de dejar siempre las cosas para último momento. No veo la hora de que pase. Falle o no, voy a estar liberada de este peso molesto de los últimos días. La poca concentración no ayuda, tampoco.
El libro está abierto, tirado en la cama mientras escribo. Me espera ansioso, porque siempre esperan que uno los termine. Se sienten queridos, completos, servibles. Se sienten como se siente uno cuando encuentra a alguien que lo quiere.
No quiero ir a rendir mañana y voy a necesitar mucha suerte.
No voy a dormir porque últimamente duermo mucho y sueño, sueños vívidos como hacía tiempo no tenía, quizás desde aquella pesadilla que recurrentemente me persiguió de chiquita. Es lindo soñar, ojo, y los sueños que tengo últimamente están llenos de esta cosa que me llena hace poco. Pero hoy no puedo darme el lujo de soñar, ni de dormir aunque sea un momento. Porque un momento se convertiría en unas horas, unas horas en una noche; una noche que necesito. Mañana todo va a estar bien, voy a permitirme soñar, con él y con todos, dormir veinticuatro horas, escribir durante muchas otras algo que ansía ser lindo o estético, leer a Borges, a Nietszche, sacar fotos, nutrirme del stop motion para lograr algo bueno y, quizás, hasta intentaría explicar lo que me pasa. Todo lo que vengo postergando desde que "el tengo que estudiar", y no la práctica de ese pensamiento, ronda en mi cabeza.

Les dejo esto:


1 comentario:

  1. Estoy totalmente de acuerdo, hoy entré de vacaciones y tenía unas ganas inmensas de leer aquel libro que hace meses me esperaba para contarme su final. Lo bueno de estudiar tanto es que le das importancia a todas estas cosas que a simple vista parecen banales pero que nos hacen muy felices

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