domingo, 14 de agosto de 2011

Tengo ganas de tirarme en el pasto, cerrar los ojos y fumar un cigarrillo. Escuchar el sonido del viento, olvidarme de todo y de todos. Que Franco me sostenga la cabeza mientras vuelvo a perderme en mis quilombos  y me prometa que va a estar ahí. Le voy a responder que ya lo sé y voy a reparar en el sol acariciándome la cara.
Voy a pensar en las ganas de tener un hermano; de irme lejos, de volver; de gritar; de quererlo; de saber, de entender. Voy a gritar, voy a abrazarlo y le voy a pedir que no nos movamos nunca más. Y, con un poco de suerte, quizás no volvamos a movernos nunca.

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