jueves, 28 de abril de 2011

Lo llamé, y en realidad no quería; pero necesitaba escucharle un rato la voz. Esa paz y esa ternura que tiene cuando me habla, me tranquiliza. Las cosas están bien, yo sabía. Hablamos de los recuerdos, de nuestros recuerdos. En realidad, el punto es que yo no quería llegar a ese límite donde mi amigo se convierte en él, porque es exactamente donde pierdo el control y se me embarra el terreno. A mí, porque él sigue como si nada. Le dije que lo amo, pero esta vez era verdad. En realidad siempre fue verdad, pero esta vez era diferente. Creo que lo entendió. Creo, porque con Franco nunca te quedan las cosas claras.
Entonces decidí contarle que en catequesis el otro día hablamos del perdón. A lo que replicó, sabiéndose de memoria mi ateísmo: "Catequesis" . Le dije que me dejara terminar y, resumiendo un poco, le conté que en el papelito había pedido perdón por ciertas cosas que involucraban. Y dijo: "Ajá", entendiendo que esas cosas no quería mojarlas en el tintero otra vez. Con su típico psicoanálisis me preguntó si me había hecho bien a lo que le respondí que no sabía, que en realidad buscaba que él me perdonara. "Ya te perdoné hace tiempo". 
Entonces lo entendí: no busco su perdón, lo que busco es el mío propio. Porque aunque sé que las cosas no van a ser las de antes, sé que está ahí cuando lo necesite. Siempre, en la hora y la situación que yo quiera. Pero a veces no termino de entenderme y es ahí cuando deposito las cosas en donde no debo, y siempre termina siendo él.
Para sacarme una sonrisa me preguntó si no extrañaba las tardes en su casa, tirados en el pasto, buscándole formas a las nubes como dos boludos y jugando con su hermana. "Pero lo que más extraño son tus asquerosas chocolatadas". Entonces me reí.
Cuando conocés a la persona que creés amar, nada vuelve a ser lo suficientemente bueno. Es drástico y pendejo hablar así, ¿pero no es escribir lo que siento el objetivo con el que empecé este blog?  Das vueltas y vueltas buscando aquello que añorás inconscientemente y que no vas a encontrar en otro lugar que no sea donde estaba originalmente. E hice mil cosas para no necesitar eso, intenté de mil y una formas; pero hay cosas de las que, lamentablemente, somos esclavos. De nuestras decisiones, por ejemplo, pero de las de los otros también. En ese punto se vio obligado a pedirme perdón y aunque en realidad pensaba otra cosa, le dije que hay cosas por las que no se piden perdón y ella era una de esas. Le agradecí por la sonrisa sincera que me había sacado, esa que necesito para existir, esa que sólo él, y no me amigo, me saca.
"No, no estoy enamorada" me repito.

2 comentarios:

  1. ultimamente volví a tener los bajones q hacia rato no tenia. Y cuando leí esto se me removió todo adentro...

    djgklfjdklj tenia q decirlo u.u

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  2. Ohh me encanto, eres muy sincera, por cierto acabas de poner que estas con él, que cool.




    Alexia

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