martes, 24 de agosto de 2010

Reflexionando II

A veces resulta increíble lo rápido que me cambia el humor. Me detengo a pensar y me pregunto si seré yo sola o a todos les pasa eso. Simplemente un parráfo me puede hacer llorar, un vídeo, una canción. Ahora estoy llorando. Leí por ahí algo triste, sí, pero en igual cantidad era perfecto, hermoso. No puedo parar de llorar y la vista se me nubla.
A veces lastimamos sin querer, sin intención a quien amamos. A veces nos lastiman y nos duele como la más grande de las dagas, como mil dagas. Te sentís traicionado, mal, triste; y no sos el único, acá hay alguien más. Siempre reaccionamos con el dolor, por que somos tan inútilmente imperfectos, porque solo sabemos valorar las cosas cuando las perdimos. No somos concientes de lo que tenemos, y ese es uno de nuestros más grandes errores. Pero todos los cometemos, simplemente por nuestra condición humana. Algunos lo sufrimos con más intensidad, otros con menos. Sin embargo lastimar, odiar, creo yo, también es parte de amar. Porque el amor es odio, es celos, es felicidad, es sonrisas, es besos, abrazos, el amor es todo. Uno puede amar y odiar al mismo tiempo y aún así, en su contradicción, ser perfectamente coherente. Mucha gente muere o dice poder morir por amor. Entonces el amor también mata. Incluso el amor muere y se puede guardar con un lindo recuerdo o con uno malo, que lo único que hacemos es intentar esconder, olvidar. Pero hay heridas, cicatrices, que jamás se borran y esas, creo yo, son las del amor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario