domingo, 23 de junio de 2019

A vos.

Hola,

Voy a escribir este mail que probablemente nunca envíe porque necesito creer un rato que puedo hablar con vos. Cuando estabas acá las cosas eran más fáciles.
Me estoy rompiendo. Tengo esa sensación de vacío en el pecho que trae la angustia. La sé reconocer porque es la misma que sentí cuando te fuiste, aunque ahora parezca un efecto exagerado. Tengo miedo. Me tiemblan las manos desde el miércoles cuando me siento a escribir. Estoy tan enojada que ni siquiera puedo conectarme con el dolor para preguntarme por qué tanto. Y mi psicóloga intenta que saque el foco "de los lugares comunes", para aprender a ver los efectos -los otros efectos, buenos y malos- de que no esté acá. Sé que sabés de quién hablo, por eso ni siquiera lo nombro. La vida es tan irónica que, como vos, también se fue a Barcelona. Quizás hasta podés contactarlo para hacerle un tour, llevarlo a comer al Nacional como prometías que ibas a hacer un día conmigo. Te mandé un enviado especial, tratalo con todo el amor que yo no puedo darle en este momento. 
Mientras tanto me siento a escupir veneno, ese que conocés a la perfección: el que largo cada vez que me siento lastimada. Estoy tan lastimada, tan abiertas tengo ahora heridas viejas, que siento que voy a tener que sanarlas sola. Quizás esto me sirva para darme cuenta que no lo necesito, como me pasó con vos después de un tiempo. Supongo que a él le debe estar pasando algo en esa línea, porque en estos días no se le ocurrió llamar para ver si todo estaba bien, cuando en Buenos Aires hablamos a veces más de una vez, incluso cuando nos esperamos en casa todas las noches. Siento, como si fuera arena, el nosotros perdiéndose entre los dedos; intentando sostenerse sobre palitos de helado, en intenciones de volver al otro parte de algo que no es compartiendo fotos; en esta vorágine de resentimiento en la que nada hay de amoroso; en un espacio donde no hay lugar para el "te extraño" y no queda ningún "te amo" de parte de ninguno de los dos. Mirá si nos quedamos atrapados en un departamento sin amor. Se suponía que esta iba a ser nuestra casa, nuestro hogar. Por un momento lo fue y ahora sólo lo veo triste, desteñido. Llevo tres días pasándole lavandina a la pared para borrar una marca que hizo en la habitación una tarde en la que le hacía cosquillas.
Anoche eran las 11 y ya estaba en la cama. Estuve un rato leyendo cosas que escribí sobre vos, cuando estabas acá. Encontré un texto que arranqué de tu cuaderno en el que hablabas sobre mí y que yo publiqué en 2013, cuando todavía todo estaba bien. Emanabas tanto amor que me largué a llorar; ojalá Francisco pudiese hablar de mí así, tan dulcemente. También encontré otro donde te pedía que me explicaras por qué me parecía tan complejo querer a alguien. Esa misma pregunta podría hacerte ahora, sólo que hablando de amar. Y tu respuesta de aquel entonces, de hace ya casi 7 años, podría ser la misma. Parece que hay algunas cuestiones que se repiten cíclicamente, por ejemplo este miedo infundado. Te necesito, como te necesitaba entonces, para que me desordenaras el tablero. Uno aprende a vivir con las ausencias, pero creo que nunca se termina de acostumbrar. Todavía sigo mirando para arriba cada vez que paso por tu departamento. Ya sé lo que vas a decirme, no es más tu departamento. Vi el cartel de venta en diciembre, supongo que a esta altura del partido ya lo habrás vendido. Me enorgullece que de a poco sueltes lo que dejaste acá. Yo también voy a soltarte ahora, este es el último mail. Siento que mi situación actual es un poco tu culpa, quizás por eso necesitaba ponerte al tanto. Es muy difícil aprender a separar, cuando uno está enojado, que lo que hace el otro es sólo una excusa y que el motivo es siempre propio. En esa me ayudaste mucho. 

Necesito un abrazo, pero no el tuyo.

Te quiero, a pesar de los años. Pero quiero al que eras, al que dejaste acá. Y también deseo que ese lejano, desconocido y ausente vos que sos ahora pueda ser feliz allá.

No vuelvas.

Bruna.

(al final sí lo mandé)

No hay comentarios:

Publicar un comentario