domingo, 20 de octubre de 2013


(Háganme el favor de leer escuchando esto, ¿dale? ¿Por qué? Porque así lo escribí)

¿Escuchás la música? Me encanta que de vez en cuando podamos escuchar lo mismo, que vos puedas soportar mis gustos y yo haga el esfuerzo de entender los tuyos; aunque esta canción a vos también te gusta. Me da miedo decirte algunas cosas, por eso la música y el silencio, silencio no como falta de sonido sino como ausencia de palabras. Quiero esperar el momento justo para decirte las cosas aun cuando sé que el momento justo no es ningún momento y que mientras más te mire peor me voy a sentir con lo que me pasa. Es como una pelota. Al principio era del tamaño de una pelota de tenis, ¿pero alguna vez te detuviste a pensar como el tiempo potencia lo que nos pasa? Ahora ya no puedo pararla, se expandió y la siento por todo el cuerpo como si de pronto se hubieran desplazado los órganos, se hubieran quebrado las costillas y no me quedara espacio para otra cosa que no sea esa pelota que es lo que me pasa con vos. Qué horrible comparación.  Lo que quería decirte es simplemente que hay momentos en los que sólo está lo que me pasa con vos. ¿Querés un té? Voy a subir un poco el volumen porque el tema que viene ahora me parte la cabeza y porque estoy hablando mucho y diciendo poco. ¿Te molesta si me callo por un rato?
Ayer escuché a alguien hablar sobre el deseo. ¿Creés que hay alguna relación entre desear mucho a alguien y el cuidado posterior? Sí, yo también. "Te cuido porque te quiero", ¿no? Igualmente hablo del cuidado como valorar o respetar , no de lo enfermizas que se vuelven algunas relaciones. Cuánto daño podemos hacerle a otras personas mientras decimos que las cuidamos. La sobreprotección es una forma de dañar. ¿Está bien que te esté diciendo todo esto? Me esfuerzo por encontrar la mejor manera y no ignoro que tu mejor manera no es la mía y que por lo tanto dudo que haya una que nos deje contentos a los dos. Por eso la música, todo lo que digo y todo lo que no. ¿Sabés cuánto delo que necesito decirte estoy diciendo realmente? Nada. Quizás muy poco. Y quiero exigirte que aprendas a leer entre líneas lo que no te estoy diciendo, pero no hay posición desde la cual yo pueda exigirte algo. Dejá de sonreír, se te hacen pozos en los cachetes y me das ternura. Siento que me ahogo en un vaso de agua. ¿Qué vamos a hacer?
También quería decirte que tengo ganas de ir al sur con vos. No sé qué tienen el sur, tus brazos, los cigarrillos, el frío y las fotos de colores cálidos; no sé qué tienen el sol en los atardeceres, un té en buena compañía, un abrazo y  las sonrisas, será que todo es un refugio y que no hay nada si algo falta, que es una imagen de nosotros en el sur. ¿Y si nos vamos que hago con lo que me pasa?


Este texto tiene más de un mes y estaba en un papel en lápiz negro.
Lo escribí en un taller que solemos hacer en la hora de literatura con todo el curso.
Obviamente la peor parte es leer para todos.
Además esto tenía mucho de lo que a mí me pasaba en ese momento. Y otras cosas son ficcionadas, obviamente. El tema es identificar cuáles me pertenecen y cuáles no. 
Otra cosa: hay ideas que se repiten en muchos textos. Por eso creo que deberían dejar de leerme.
O quizás dejar de escribir, aunque sea un tiempo.
O quizás dedicarme a otra cosa.
No sé.
Los quiere,
B.

A la única persona que se hace cargo de leer este blog (en anónimo):
Siempre tuve cierto trauma con la letra B y el nombre Bruno en particular. Un personaje, un cuento, después pasó a ser "el día que tenga un hijo"—si es que lo tengo—. Tengo como una especie de amor por esa palabra. Y no conozco a nadie que se llame así más que al gato de Lucas que obviamente es un genio porque, pf, además de ser lindo y mimoso, ya le basta con el nombre. 
No me acuerdo exactamente cómo surgió Bruna. Pero cuando en Agosto del año pasado (hasta entonces las entradas las firmaba "Annie") empecé a escribir en el blog de un amigo, éste me dijo que necesitaba un seudónimo para hacerlo. Lo pensé un día. Y decidí que con "Bruna" me sentía bien y que no tenía directamente nada que ver conmigo. Algo que quizás, al menos en ese blog, me resguardaba de los demás. Acá yo seguía siendo yo y los que entran acá, creo, todos son conscientes de que este es mi blog. Ahora ya no escribo en el blog de mi amigo, pero Bruna quedó. Incluso es como una especie de "personaje", por decirlo de algún modo, con el cual alejarme de lo que a mí me pasa. A mí, Ana, Anita. De mirarme aunque sea un poquito más de lejos e intentar ser más objetiva. No sé, locuras mías. Como todos las tienen. Y tengo muchas más.


2 comentarios:

  1. Cuando sientas fin, deja de oprimirlo. Deja que el texto respire, como la masa de pizza.


    Oh si.

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  2. Te lei anoche pero te escribo hoy cuando el sol entra por la ventana y el viento se siente frio y me eriza la piel. Se sintio tan especial leer con la musica de fondo, con la musica que escuchabas mientras escribias, ¿es eso verdad, o ficcion? Se sintio sumamente calido, real. Se sintio lindo, como si estuvieras hablando y diciendo muchas cosas, cosas que muero por aprender a descifrar y a leer mas alla, por saber entre tantas palabras y frases cual es el hueco profundo por el cual en realidad puedo caer. Y tambien sentia como si estuvieras en mi cabeza escuchando musica y hablando, y me di cuenta de que pude haberme distraido mucho con tu voz, con como hablas, en como decis y cuanto en realidad estas diciendo.

    Me encanta lo de Bruna, me gusta la historia que tiene y me gusta que haya quedado. A Bruna la escucharia hablar por horas mientras me fumo un atado de cigarrillos entero y termino queriendo mas. A Bruna la siento como uno de los libros mas interesantes y profundos que podes encontrar. Quiero leerlo todo.



    A mi me gustaria mucho que pudieramos sentarnos a tomar un cafe y hablar, me gusta tomar cafe y me gusta hablar. Me gusta mucho. Y si puedo aliviar la intriga que tenes, te digo que nunca lo hicimos. Nunca nos vimos, Annie. Nunca hablamos afuera de las redes sociales, para que lo sepas. Pero seria muy agradable poder ser tu amiga. Y tal vez te preguntaras porque uso el anonimato, y la verdad es que ni yo lo se. Siempre te escribi en anonimo, me gusta sentir que no soy nadie, que no tengo nombre, creo que es como lo de Bruna, parecido. Solo que yo no quiero tener nombre.. Anda a saber, creo que a veces me gustaria mucho no ser quien soy. Y no tener nombre, me alivia un poco.

    x.

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