sábado, 30 de marzo de 2013

Sólo del viento y tus ojos.

Sigo intentando escaparme de acá. De esta nada que me pisa los talones, porque no siento, no pienso, no puedo. Me arrastro y soy nada, soy yo, soy todo, soy lo que el otro quiere que sea. Necesito estar en silencio, escaparme sola o con alguien que pueda mantenerse sin hablar por un rato. Lograr ser lo que quiero, frente a la mirada de ese otro, que crea que soy lo que yo quiero que crea que soy. Y entonces voy a ser rebelde, apasionada, real. Voy a llorar de amor y a sangrar mis ideales. Voy a despertarme con música y a dormirme en un abrazo, en un abrazo al que no pueda pertenecerle del todo porque necesito una de esas almas con alas grandes, de las que te llevan lejos. Y cada tanto, quizás, vuelva a ese abrazo donde me siento segura. Pero como mi vida es un campo minado de incertidumbres no puedo prometerle nada, a pesar de que sus ojos miel sean el mundo y el mundo sea su piel y su piel sea el mar y el mar sea su boca y su boca sea el cielo y el cielo sea con él.
Estoy llena de esas dudas que me acechan cada tanto, que vienen agarradas de la mano con la soledad; con una soledad que no pesa, ni lastima, pincha un poco y exagera, porque se cree más grande e importante de lo que es. Necesito de esa música que se hace para los ojos cerrados. Necesito del viento que se desata antes de la tormenta. Necesito de mí sin mí para poder ser yo de una vez por todas. 
Quizás parezca que esto no tiene sentido. Pero juro que lo tiene.

B.

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