jueves, 16 de agosto de 2012

La vida es una vorágine. Acabo de llegar a esa conclusión. No quería ponerme filosófica ni muchos menos, es más, pretendía escribir ficción pero vi el rectángulo blanco, el cursor titilando y llegué a esa conclusión.
Siempre algo ronda nuestra mente y nunca terminamos de abandonar ciertas cosas para permitirnos no hacer realmente nada por un rato. Y con "realmente nada" me refiero a buscar un lugar al aire libre lo más alejado posible de la ciudad para tirarnos en el pasto mirar al cielo y no hacer nada. Dejar de pensar y si es posible de sentir. O quizás no dejar de sentir, pero sí dejar de enredarnos en esa maraña que a menudo nos causan los sentimientos. Percibir los que nos rodea, el sol acariciándonos la cara y despreocuparse del tiempo que pasa, la gente... Creo que estamos perdiendo la esencia. Hasta hoy no lo había notado o quizás sí pero no con tanta atención y me preocupa. Tampoco pretendo decir que la tecnología y bla bla bla y el capitalismo y todo nos están cagando la vida. Nosotros nos dejamos quitar la esencia, también. Para pensar.

(No lo escribí hoy, lo encontré en borradores)

No hay comentarios:

Publicar un comentario