lunes, 23 de julio de 2012

Globos.

Creo que acá la mayoría sabe, pero si no lo hacen lo voy a aclarar, que tengo la manía de—cuando viajo en algún transporte público— imaginarme la historia de las personas que me rodean. Y casi siempre ésta son acordes a la canción que me acompaña en los oídos. Quizás por eso tenía los lentes de sol un día nublado. Es que cuando los mirás directamente la gente se siente incómoda, lo mismo que pasa cuando les sacás una foto. Entonces, disimulada por los vidrios oscuros me dispuse a mirar la gente que me acompañaba en el 15. 
Estaba sentada en el primer asiento cuando la vi. O debería decir que vi sus enormes tetas llenas de aceite—o crema—que las hacía brillar y llamaban aun más la atención. Eran dos señoras tetas. Alcé un poco la vista para mirarle la cara y me encontré con un par de pestañas postizas con brillos fucsias. En pleno invierno (aunque tengo que admitir que no con mucho frío) la señorita lucía, orgullosa, su escote y su corpiño verde manzana talle... ¿105? Aun así no es de esas mujeres—todavía me permito dudar si era un travesti— que llaman la atención por su belleza sino por su ridiculez. Sin embargo no es en ella ni en la historia que formé en mi cabeza en lo que pretendo hacer hincapié
Volvamos al momento en el que el ser humano y sus dos señoras tetas se subieron al 15. Se paró en la parte reservada para las sillas de ruedas, quedado de frente a mí. Decidí observar qué hacía el mundo con esas dos sandías embadurnadas en aceite—¿de oliva, quizás?. Los resultados fueron un par de miradas furtivas por parte de un par de hombres; la incomodidad de los que estaban a su lado y la mirada y la sonrisa burlona de todas las mujeres que le pasaban por adelante. Ahí es donde quería hacer hincapié. Aunque en realidad no es nada muy brillante lo que voy a decir. Al final, quienes prestábamos más atención—contrario a lo esperado—a esos dos globos aerostáticos llenos de helio éramos las mujeres. 

¿Conclusiones? Ninguna. Sólo quería narrar estos hechos que mientras se sucedían me causaron mucha gracia. 
Pobre Sábato (que lo estaba leyendo antes de que subiera), ese libro siempre termina inconcluso.
¿Cómo terminó la historia? Laura: "donde estas?". Ana: "Barrancas". Laura: "Bajate. Volve. Estoy en lo del abuelo." Laura: "Si queres".
Así que abandoné el colectivo. 5 cuadras hasta Cabildo. That's where the hipster found me. Después, el 152.

1 comentario:

  1. Cuántas cosas pasan en el autobús.
    tienes un método muy interesante, me compraré unos lentes oscuros y probaré, a ver qué tal.

    Feliz IMCRD, espero tu próxima entrada

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