domingo, 3 de junio de 2012

La mente & yo II

¿Te sentís mal? No, estoy bien.
¿Por qué estás así? ¿Así, bien? Porque así estoy siempre.
No, no estás así siempre y menos bien. Es más, dudaría de tu psiquis si estuvieras bien siempre. Bueno.
No, bueno nada que me ponés nerviosa. A veces extraño tu voz concienzuda.
No te desvíes. No me desvío, sólo tomo el camino más largo.
Y el más difícil. Siempre.
Siempre. Por eso.
Siempre tan complicada. Siempre tantos reproches.
No te estoy reprochando nada. Bueno.
¿Qué sentís? Nada o todo, qué se yo.
Dale, ¿qué sentís? A veces, que la vida se me escurre como agua entre los dedos; a veces, que voy demasiado rápido; a veces, muy lento; que disfruto poco y me preocupo mucho. Sólo entonces me pregunto qué vale la pena.
¿Y qué lo vale? No sé. Pero ahora no me siento así. Tengo la sensación amarga del desengaño, la mirada nublada por la bronca y la mente hecha un nudo.
Ya era un nudo antes de todo esto. Sí, lo sé.
Y qué gran nudo. Bueno, gracias.
Pero ahora se llenó de nuditos chiquitos mucho más difíciles de desatar. Dale, un beso.
¿Siempre te escapás así? ¿De vos?
De todo. De vez en cuando.
Desatalo, vos sabés cómo.

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