martes, 1 de febrero de 2011

Llamadas de extraños

Entonces te suena el celular a las 4.30 de la mañana. Después de agradecer haberlo puesto en vibrador y con la voz gangosa, atendés:
—¿Hola?
—Hola.
—¿Boludo, qué hacés llamándome a esta hora?
—¿La verdad? No sé—sonrío—. ¿Te desperté?
—No, sabés que no.
—No puedo dormir.
—Se llama conciencia lo que te lo prohíbe.
—Gorda, por favor, como si pelearme con vos me carcomiera la conciencia. Vivimos peleando, ya me habría muerto si tuviese que hacerme la cabeza cada que discutimos.
—Entonces no me llames.
—Te extraño, puta.
—Me encanta como me querés.
—Me acordé de antes...
—¿De antes?
—Sí, de antes.
—¿Te diste cuenta que nuestra conversación parece la de dos locos?
—Y me acordé cuando estabas mal y yo te prometí que iba a estar siempre, ¿te acordás?
—Franco, boludo, ¿te fumaste algo?
—¿Debería?
—Perhaps. Yo prefiero que no te acuerdes.
—Ya está, ya lo hice. ¿Te acordás cuando nos quedábamos escuchando My Chem? Eso eran terapias de verdad.
—Te extraño.
—Estamos locos.
—Eso es lo que me gusta de vos.
—¿Me perdonás?
—Porque además vos lo admitís, tampoco es que te dure tanto la cosa. Yo no puedo, con vos no. Es faltar a mi orgullo.
—Voy a tomarlo como un: "no puedo vivir sin tu perdón, boludo".
—Tu ego.
—Te encanta, lo sé.
—Me puede, no exageres. En un segundo puedo tirártelo a la mierda y lo sabés.
—Me encanta el tipo de conversaciones que podemos llegar a tener en estos horarios. Me refiero, no estás tan lúcida como a las ocho de la noche y creo que tranquilamente podría ganarte un mano a mano incluso con el desvelo que estoy sufriendo.
—¿Querés probar?
—No, gracias—bufido, silencio incómodo, un "está amaneciendo"—. Creo que ya está. Sólo buscaba que me perdones.
—No lo hice—inevitable sonrisa.
—Sí, sino no hubieses atendido el teléfono.
—Te odio.
—Te amo. Nos vemos el sábado.
—Con todo el cariño que te tengo: ojalá te mueras.
—Si lo hago va a cargar en tu conciencia, te digo que el insomnio no es lindo.
—No soy consciente de nada referido a vos. No conciencia, no cargo.
—¿Las respuestas las pensás con anticipación? Porque eso tiene mucho significado.
—Surgen.
—Te amo, no te olvides. Vampires will never hurt you.
—Si seguís te la canto.
—No, está bien. Chau.
—Adiós, cortá.
—...
—Dale, Franco, cortá.
—Chau.

Gracias, porque en serio no hubiese dormido tranquila peleada con vos. Lo que te extrañé, pendejo ♥

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